Padres destronados: La importancia de la paternidad

La crisis de la paternidad es real, visible, está documentada por análisis e indagaciones y sus efectos son determinantes para el hombre, para la chica, para los hijos y para la sociedad. Si el hombre pierde, perdemos todos. Este libro demanda algo de lo que no se charla pero cuyas consecuencias son cada vez más patentes: el descrédito del papel del padre, el eclipse de la paternidad y la minusvaloración de la relevancia de la función paterna en el equilibrio personal de los hijos. El empeño puesto durante varios años en lograr la emancipación de la chica ha provocado un efecto colateral con el que absolutamente nadie contaba: un oscurecimiento de lo masculino, cierta indiferencia -cuando no desprecio- hacia los varones y un ineludible destierro de estos a un segundo plano. Existe hoy en día la idea, muy extendida, de que en la crianza y educación de los hijos el padre es prescindible, incluso un estorbo. Lo que el código masculino consideraba crucial para el desarrollo de los hijos es presentado como peligroso o no apropiado. El modelo educativo exalta exclusivamente la sensibilidad típica del código materno. En estas eventualidades, incomprendidos y desplazados, desconfían de su instinto masculino y renuncian al ejercicio efectivo de la paternidad, o la chica prescinde de su concurso. Así, los hijos no pueden respetarlos ni desear ser como ellos, renunciando a su futura paternidad. En este clima intenta sobrevivir toda una generación de padres que no saben muy bien de qué manera desenvolverse en una sociedad que les obliga a ocultar su masculinidad y no les permite gozar de su paternidad en plenitud. Ello les hace perder autoestima, lo que conduce a muchísimos a la frustración, esforzándose por ser más femeninos, quedándose al margen de la crianza y educación de los hijos, convirtiéndose en callados espectadores de la relación madre-hijo o refugiándose en el trabajo, donde hallan mayor comprensión y valoración que en el ámbito familiar.