Amar es ser

Paz, qué palabra tan fácil y tan intricada al mismo tiempo para cuando se intenta hallar. En un instante crucial en mi vida en el que masticaba un sabor agrio de ésta, justamente recordaba unas sabias palabras que un colega me expuso en una ocasión: «Nunca te pelees con la vida». La rueda de la vida comenzó a girar tan rápido que los vuelcos inesperados del destino abatieron en cierto aspecto mi mundo ideal. Caos, confusión e incertidumbre, todo me llevó al origen y también en él de modo inesperada, había un regalo como legado. Los vientos soplaban a favor y también en en contra de, mientras que mi inocencia estaba al descubierto delante de mí para dar paso a un último giro inesperado que lo cambió todo. Desde mi origen el juego ya había comenzado. Tan lejos del mirar y tan cerca del sentir, del ruido al silencio, desde fuera hacia a dentro; la última palabra que andaba buscando. Ésta vez era diferente. Luz que de paso en la oscuridad de mi búsqueda entre la vida y la muerte, el amor y el pavor, la causa y el corazón por medio del espejo. Nada es lo que parece.