10 pasos para ser una diva: O cómo dejar a beyoncé a la altura del betún

A mirar de qué forma os lo explico… Ser diva es, definitivamente, una actitud delante de la vida. Una forma de vivir. No tienes por qué vestir ropa de marca o ser una modelo de Victoria’s Secret. Es suficiente con que creas que lo eres (sí, la joven de las alas) y utilices la calle como tu propia pasarela particular mientras que caminas con los auriculares puestos escuchando una canción que te haga sacar lo mejor de ti. A una diva no se la puede achantar. Jamás. Es más, si adoptas la actitud de manera continuada que te voy a contar en este libro, enseguida verás de qué manera a ti tampoco te achanta ninguna persona. Tus colegas, tu familia o cualquiera que te conozca, al mirar los aires de grandeza (que no de superioridad) con los que vas por la vida, van a ser INCAPACES de negarte nada o de hacerte cambiar de opinión sobre casi cualquier asunto que saques. Conque toma nota: la diva está diciendo, la diva decide. Pese a que, bueno… pensándolo bien, tener la autoestima baja tampoco quiere decir, necesariamente, que no puedas ser una diva. Puedes sentirte como una mierda, pero, oye, mientras que tú mismo te sientas la mejor mierda del mundo pues todo ideal, no hay dilema. Pero, ¡ojo!, con una condición. Eso nunca se puede dar a comprender, ¡prohibido contarlo! Para todos debes tener siempre la imagen suprema de la perfección, o sea, la imagen de lo que ellos querrían ser. Una de tus más importantes misiones en la vida consiste, básicamente, en lograr que cuando los otros te miren afloren en ellos sentimientos del tipo: «¡Jo, de qué forma mola, es lo más, ojalá pudiese ser como Juanmasaurus!».