El gran salto

«La gran mayoría de la gente solo sabe de mí que gané dos oros y una plata olímpicas en gimnasia y que me quitaron una medalla mundial por un porro, pero muy pocos saben el precio que aboné por la gloria y todo cuanto sufrí antes y tras mi retirada. No conocen que para construir el Gervasio Deferr campeón olímpico he tenido que convertirme en un killer y también encerrar en el sótano a Gervi, mi otro yo; que cuando me bajé de la palestra, el alcohol inundó mi vida hasta que pedí ayuda para no ahogarme en definitiva en él; que muchísimos solo ven las medallas, pero no a la persona que sufre como cualquiera y que está sometida a la presión de jugárselo a todo o nada en un minuto cada cuatro años. Y que, tras veinticinco años dedicándome en cuerpo y alma a la gimnasia, he tenido que comenzar de cero, como tantos otros colegas de deportes minoritarios. Casi diez años tras bajarme del podio encontré mi lugar en el mundo y lo hice en La Mina, uno de los barrios más estigmatizados de España. Exorcizado el fantasma del suicidio y habiendo hecho las paces conmigo mismo y con la gente que verdaderamente me importaba, la gimnasia me devolvió el equilibrio perdido. Aquí estoy, sin filtros ni edulcorantes, esta es mi verdad.»